¿Qué significa educar emocionalmente en el entorno familiar?
La implicación de la familia es clave para la educación emocional de
los hijos e hijas. Educar emocionalmente significa desarrollar competencias emocionales. Y la mejor forma de hacerlo es desde la emoción.
Para desarrollar competencias emocionales en los niños es imprescindible que primero se formen emocionalmente los educadores (personal
docente y familias). Éstos son los primeros que deben formarse para manifestar competencias emocionales en su comportamiento, ya que las personas jóvenes aprenden más por lo que ven hacer que por lo que se les dice
que hagan. Las personas adultas son un modelo de comportamiento para
los más jóvenes. Se trata de conseguir el desarrollo de las competencias
emocionales de los adultos como motor de desarrollo de los niños y jóvenes.
La educación de las competencias emocionales en la familia tiene
como objetivo final conseguir un hogar caracterizado por la paz, la armonía y la felicidad. Y todo ello se puede alcanzar si sus miembros gozan de
bienestar personal y sus relaciones con el resto de miembros de la familia
son satisfactorias y positivas. Se trata de proporcionar y poner en práctica en el día a día, técnicas y recursos específicos, simples, prácticos y
cotidianos para padres e hijos y conseguir así vivir de forma más positiva
con la familia y reducir efectos negativos de algunas emociones, como la
ira o el estrés.
Ayudar al desarrollo emocional de nuestros hijos, significa prepararlos para el presente y para el futuro, implica ayudarles a desarrollar, entre
otros: la conciencia emocional, la regulación de sus emociones (controlar
las negativas y generarse emociones positivas), la autoestima y autonomía emocional, el sentido de la responsabilidad, la tolerancia a la frustración, la aceptación de los límites y los fracasos, etc.
“La vida en familia supone nuestra primera escuela para el aprendizaje emocional: en tan íntimo caldero aprendemos qué sentimientos abrigar hacia nosotros mismos y cómo reaccionarán otros a tales
sentimientos; cómo pensar acerca de esos sentimientos y qué elecciones tenemos a la hora de reaccionar; cómo interpretar y expresar
esperanzas y temores.
¿Cuándo debería empezar la educación emocional en la familia?
La educación emocional empieza antes de nacer. Debería empezar
desde el momento en que la madre es consciente de que está embarazada
y va a tener un hijo. El embarazo representa uno de los cambios vitales más importantes
en la vida de una mujer, tanto desde el punto de vista fisiológico como
también desde el emocional.
Cuando la madre sufre prolongadamente estrés y éste se vuelve crónico, sus efectos pueden afectar tanto a la madre como al hijo ya que el cortisol consigue atravesar la barrera de la placenta. Aunque aún quedan
bastantes dudas para resolver, en estas investigaciones se está demostrando que cuanto más alto es el nivel de cortisol en el líquido amniótico
que rodea al bebé, más bajo es el CI del bebé, por tanto, esto empieza a
ser una prueba que estos niveles de cortisol afectan al cerebro del bebé y
como consecuencia también a su aprendizaje.
Estas investigaciones y sus resultados justifican la necesidad de programas de educación emocional dirigidos a futuros padres y madres. La
educación emocional puede ser muy útil, por ejemplo, para reducir el
nivel de estrés de la futura mamá a través del aprendizaje y práctica de
diferentes técnicas de relajación y respiración.
Es muy importante la relación de la madre con la pareja y la implicación de ésta en los programas de educación emocional. Una pareja emocionalmente cruel puede ser una causa de infelicidad y estrés para
la futura madre. Por tanto, el papel de la pareja es crucial ya que puede ayudar a que la madre sea feliz.
Mejorando el estado emocional de la mujer embarazada se podría
mejorar la salud de la sociedad presente y futura.
¿Cómo llevar a la práctica un programa de educación emocional en
la familia?
La educación emocional en las familias se puede llevar a la práctica a
través de estrategias formativas diversas. En concreto, podemos distinguir dos dimensiones en la intervención con familias:
UÊ En la escuela: A partir de acciones presenciales como conferencias, talleres, seminarios, etc. Un marco apropiado es el “espacio
familiar”, también conocido como “escuela de madres y padres” y
“escuela familiar”. Tradicionalmente se ha denominado “escuela
de padres”.
UÊ A distancia: partir de actividades que se realizan en casa. Estas
actividades se pueden recomendar y comunicar a través de documentos diversos (libros, revistas, artículos, Internet, etc.).
El espacio familiar debería ser una actividad formativa complementaria de la educación formal. La educación en la infancia y adolescencia,
debe complementarse con la formación de sus respectivas familias. El
centro y las familias deben cooperar en un objetivo común.
Las actividades que se proponen a continuación están diseñadas para
llevarlas a cabo desde la escuela, en un espacio de formación dirigido a
familias.
La finalidad de las actividades es facilitar recursos a las familias, con
la intención de ayudarles en su crecimiento personal, para que así puedan ayudar mejor al desarrollo integral de sus hijos.
Los objetivos que se proponen estas actividades son:
- Ayudar a los padres a conocer mejor sus emociones y las de sus hijos
- Capacitar para legitimar nuestros sentimientos y no negarlos
- Aprender a expresar las emociones apropiadamente: reír, llorar, a estar enfadado, etc.
- Capacitar para la gestión positiva de las emociones
- Desarrollar y fortalecer la autoestima
- Comprender mejor a los hijos y sus comportamientos (de acuerdo con su etapa evolutiva)
- Desarrollo de la escucha activa y empatía
- Capacitar para poner límites
- Capacidad para comunicarse con asertividad
- Sensibilizar sobre la importancia de la educación emocional a lo largo de todo el ciclo vital
- Tomar conciencia de la responsabilidad como educadores emocionales
- Aportar recursos para conseguir el bienestar emocional
- Aprender a vivir en positivo
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